Toda ciudad que se precie tiene un barrio de modernos (o de hipsters si nos decidimos a usar la voz inglesa). Parece algo esencial para la evolución de una urbe en el siglo XXI. Artistas primero y después aspirantes a artistas invaden un lugar inicialmente dejado de la mano de Dios. Los primeros atraídos por los bajos alquileres y las fantásticas estructuras de las viviendas, los segundos por aquello del «fake it ‘till you make it» (finge hasta que lo consigas). En Tallin, el barrio de los modernos lleva unos años siendo Kalamaja.
Historia de Kalamaja
Como todo barrio aburguesado que se precie, la historia de Kalamaja es la de uno de los barrios más antiguos de Tallin. El más grande en la Edad Media, de hecho. Su nombre nos habla de sus primeros habitantes, pues kala es estonio para pescado y maja significa casa.
La casa del pescado se menciona por primera vez en 1374, cuando Tallin, entonces llamada Reval, era una de las ciudades bálticas de la Liga Hanseática.
En Kalamaja vivían pescadores, constructores de botes y relojeros, entre otros. Pero, a pesar de lo bien situado del barrio, justo al otro lado de las murallas del centro histórico de Tallin, al noroeste de éste, el barrio entró en declive hasta la llegada de la Revolución Industrial al Imperio Ruso en 1870.
La construcción de la que todavía es estación central de tren de Tallin, Balti jaam entre Kalamaja y la ciudad vieja de Tallin haría que llegase la línea de tren Tallin – San Petersburgo y con ella comenzaban décadas de industrialización donde muchas fábricas se abrirían en el barrio y muchas casas más se construirían para los obreros, tanto locales como llegados de Rusia.
Arquitectura de Kalamaja
De aquella época son las casas de madera que todavía se ven en muchas de las calles de Kalamaja y que, aunque existentes en otros barrios de la ciudad, parecen una seña inequívoca de identidad de este lugar. De entre ellas, son las conocidas como Casas de Tallin, el orgullo de todo arquitecto local -o familiar de arquitecto, lo digo con conocimiento de causa.
Se trata de edificios simétricos con dos alas de madera pero con su parte central, donde se encuentra la entrada y la escalera de acceso a los distintos apartamentos, hecha de piedra. Aunque otras zonas como Kitseküla tienen, al menos a simple vista, más Casas de Tallin -hay unas 500 en la ciudad-, el mejor lugar para verlas es éste por todas las posibilidades de entretenimiento que Kalamaja ofrece.
Algunas casas de Kalamaja parecen todavía en ruinas cuando las ves desde el exterior, pero si consigues que un local te invite a una de ellas, o alquilas un apartamento en este barrio de Tallin, verás como el interior tiene todas las comodidades que podrías esperar.
Hoy en día, aquellas casas que no pueden ser restauradas, se han ido reemplazando por edificios más modernos de estilo escandinavo, dando un toque heterogéneo a las calles de Kalamaja, y haciendo que los precios por metro cuadrado suban aún más por las nubes para los privilegiados diez mil habitantes del barrio.
El antiguo kilómetro de la cultura de Kalamaja
Una de las zonas de Kalamaja que más puntos de interés tiene para alguien que viaja a Tallin es la sección norte del barrio, junto a la costa. Desde el colosal Linnahall hasta el Cementerio de Kalamaja, hoy en día más un parque que un cementerio. Se trata de un paseo de poco más de un kilómetro y medio en dirección oeste que, durante un tiempo, fue conocido como el Kilómetro de la Cultura.
Aunque siempre más largo que un kilómetro, este lugar se llamó así cuando se habilitó un terraplén ferroviario de cara al año 2011 en el que Tallin fue elegida como una de las capitales europeas de la cultura. Sólo seis años después no queda rastro de la antigua vía del tren y sí una amplia calle llamada Kalaranna.
Parte baja de Kalaranna
Comenzando en Linnahall y siguiendo esta calle en dirección oeste lo primero que nos encontramos es la Casa del Diseño Estonio, el café Klaus y un pequeño muelle en el que cada sábado se organiza de 10 a 16 un mercado del pescado -eso significa el letrero Kala Turg-. Además durante el verano los transbordadores a las islas de Aegna y Naissaar parten de aquí también.
Parte alta de Kalaranna
Menos de diez minutos caminando nos dejarán frente a la antigua Prisión de Patarei, que fue la prisión central de Tallin durante la primera independencia del país, las dos ocupaciones soviéticas y la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Dejó de funcionar como prisión en 2005 y desde septiembre de 2016 está cerrada a los visitantes, pues el rápido deterioro de la misma hizo que no fuese seguro caminar por aquí.
Tras Patarei, el siguiente punto interesante es el Lennusadam, el museo marítimo más grande de Estonia y uno de los mejores museos del país. Si quieres caminar dentro de un submarino nuclear o recorrer las habitaciones de un auténtico rompehielos, entre otras muchas cosas, no dudes en visitarlo.
Poco después del Lennusadam, al sur de la calle Kalaranna te encontrarás con el parque que fue el cementerio más antiguo de Tallin, pues se tiene noción del cementerio de Kalamaja desde 1561.
Balti jaam y Telliskivi
La otra zona de Kalamaja que es imprescindible por corta que sea tu visita a Tallin está alrededor de Balti jaam, la estación central de tren. Junto a ella se encuentra el mercado más popular de la ciudad, el Balti Jaam Turg, que sufrió una completa reconstrucción en el año 2017
Cuando llegué a Tallin por primera vez, éste era el lugar en el que ver un mercado de clara influencia soviética, algo que todavía se puede hacer visitando el Keskturg (mercado central). Ahora Balti Jaam Turg recuerda más esa voluntad arquitectónica, pero también social, que tiene Estonia de formar parte de Escandinavia.
Si caminas siguiendo las vías del tranvía, que tiene una parada aquí, te encontrarás con algunas cafeterías y bares que te recuerdan que estás en el barrio de los modernos de Tallin: Burger Box y Boheem Kohvik son los imprescindibles. Después deberás continuar en dirección sur por la calle Telliskivi (ladrillo en estonio) para llegar hasta Telliskivi Loomelinnak, la ciudad de la creatividad.
El centro neurálgico, sin duda, de Kalamaja es un compendio de tiendas de moda, exhibiciones de arte, restaurantes, bares y cafeterías. Todos ellos compitiendo por ser el lugar más de moda del momento, todos ellos destacando por ingeniosos y bien ejecutados.
Más oculto al visitante está la parte de innovación tecnológica de Telliskivi con oficinas dedicadas a empresas de todo tipo, con el añadido de que aquellas de índole creativa obtienen ciertas ventajas económicas. Algo que mantiene esa imagen moderna de la ciudad de la creatividad.
En Telliskivi tienes una cafetería con una barbería en su piso superior y una tienda de reparación de motocicletas contigua – Renard Coffee Shop. Tienes dos vagones de tren convertidos en restaurante – Peatus. Tienes edificios de oficinas y fábricas convertidos en restaurantes de comida sin gluten – Kivi Paber Käärid – y bares de cervezas artesanales – Pudel Baar. Ya te lo decía, todo muy moderno.
Más Kalamaja
Pero en Telliskivi y la costa no se queda todo lo que debes conocer en Kalamaja. Así que te voy a dar unas pocas recomendaciones más, para que tengas aún más tarea.
- Kalamaja Pagarikoda – Jahu 11. Seguramente la mejor panadería de Tallin.
- Kalma Saun – Vana-Kalamaja 9. La sauna pública más antigua de Tallin, operando desde 1928.
- Kohvik Moon – Võrgu 3. Restaurante de comida rusa, uno de mis diez imprescindibles para una primera visita a Tallin.
- Museo Infantil Miiamilla de Kalamaja – Kotzebue 16.
- Uba Ja Humal – Võrgu 1. Tienda de cervezas artesanales y café. ¿Qué más puedes pedir?
Tanto si eres un moderno, como si no los aguantas, estoy convencido de que Kalamaja es una visita esencial durante un viaje a Tallin. Es una forma de comenzar a conocer una ciudad que va mucho más allá del centro histórico. Un primer paso hacia conocer a los locales y cómo viven realmente. No pierdas la oportunidad.