Si todo va según lo planeado, este artículo será publicado en Vivir Europa el 27 de agosto de 2014. A las 14:30 de ese día debería salir desde Bruselas en un viaje con Megabus que me llevará hasta Barcelona -posiblemente a cambio de mi rabadilla-. Atrás quedan diez meses en Bélgica, el país que son dos países, tres regiones e idiomas, sede de la capital de Europa y muchas otras cosas. Si alguna vez viviste en Bélgica -o si la visitaste varias veces- estoy seguro de que muchas cosas te habrán marcado. Seguro que hay cosas que echas de menos de Bélgica, o cosas que no quieres volver a ver ni en pintura, ésta es mi lista.
Las cosas que voy a echar de menos de Bélgica
Las bicicletas
Si en un país en el que la gastronomía es una tentación constante y poco saludable la gente aparenta estar tan en forma es, sin lugar a duda, porque todo el mundo va a todas partes en bicicleta -todos menos yo, que pospuse la compra hasta que fue demasiado tarde-. Los niños van en bicicletas que no te llegan ni a la rodilla de miles de colores, y los abuelos de más de noventa años -como mi casero- también se desplazan en ése medio. Las madres llevan a sus niños en pequeñas carrozas adjuntas a las bicicletas, los ejecutivos consiguen no estropear sus trajes y las atrevidas que llevan faldas consiguen evitar mostrar sus vergüenzas.
No hay edad para el ciclismo, ni camino demasiado largo. Uno de mis compañeros de casa hace cada día el trayecto Lovaina – Bruselas (unos 54 kilómetros entre ida y vuelta) con su bici que, por cierto, cuesta casi como un coche de segunda mano.
El bilingüismo (o trilingüismo)
Supongo que si has vivido en Bélgica puede ser que esto sea de las cosas que no te gustaron del país en lugar de las cosas que sí, pero yo le he tomado cariño al tema de vivir en un país que son dos. A tener que aprender los nombres de las ciudades en dos idiomas para no liarme en el tren, o a terminar preguntando en francés en Gante y en neerlandés en Mons. Eso sí, a la hora de buscar trabajo en Bélgica los idiomas suponen una gran dificultad, pues aquí hablar tres idiomas (francés, neerlandés e inglés) es lo mínimo, un cuarto o quinto te podría hacer falta.
Por cierto, Bélgica tiene dos cantones en los que el idioma oficial es el Alemán, para acabar de arreglarlo.
Los Canales
Me refiero, claro está, a los canales de agua, no a la televisión belga. Me cuesta vivir en una ciudad sin agua, lo tengo que reconocer. Es algo que en Debrecen me fastidió bastante y que en Southampton me molestó, pues vivía a apenas unos metros del puerto pero no podía ver absolutamente nada, de hecho el acceso a esa zona del puerto estaba cerrado.
En Bélgica parece que todas las ciudades tienen río -¡hasta Bruselas!, aunque lo tenga subterráneo- y además de los ríos están las decenas de canales, pequeños puertos deportivos, y un sin fin de puntos en los que el agua refleja los edificios y los locales disfrutan de su trozo de libertad.
Pueden complicar algo más el tráfico ya de por sí horrible de este país (ver más abajo), pero las estampas que crean, a pesar de estar muchas ya en desuso, estas calles de agua, son de los mejores recuerdos que me llevaré de Bélgica.
Las Cervezas
Inicialmente pensaba probar una cerveza belga cada día, pero mi bolsillo, más que mi estómago, me impidió hacerlo, habiendo finalmente probado alrededor de 160 cervezas distintas en los menos de diez meses que he pasado aquí (cuando escribo estas líneas llevo 155, pero tengo varias esperándome en casa).
La cerveza en Bélgica no tiene absolutamente nada que ver con la cerveza en España. Los bares tienen cartas con decenas de cervezas distintas, cuando no cientos; hay cervecerías artesanales que fabrican sus propios caldos en prácticamente todos los pueblos del país, y el turismo de la cerveza sólo tiene sentido en este país. Bélgica es la capital del mundo de la cerveza, con sus trapenses, sus cervezas de estilo lambic, las afrutadas, dobles y triples. Tanto que terminé, sin quererlo, volviéndome un pequeño experto en esta antigua bebida. ¿Ahora cómo vuelvo a la vida de las cañas y los quintos?
El Chocolate
Y si las cervezas belgas son una perdición, lo del chocolate es un sin sentido. Chocolaterías artesanales por todos los rincones con bombones absolutamente deliciosos -no en vano fue en Bélgica donde se inventó el praline-, las franquicias chocolateras con más renombre del mundo, ¡y hasta deliciosos chocolates en el supermercado a precio de ganga! Uno no ha vivido en Bélgica si no reconoce las chocolatinas de Galler por el código de color. ¿Mi favorita? ¡Chocolate blanco con praline de pistacho!
Los Festivales de Verano
El invierno en Bélgica podría ser un poco aburrido si no fuese por las cervezas -bueno, si eres estudiante nunca será aburrido-, pero cuando llega el verano a Bélgica, incluso aunque llueva uno de cada tres días, tendrás más planes de los que podrías apretar en ningún calendario. Festivales de todo tipo y de todos los tamaños se reparten por toda la geografía del país. Todos los grupos de música más populares del mundo terminan tocando en un festival u otro, pero también bandas locales.
Además, los festivales de verano en Bélgica no se ciñen a la música. La gastronomía, todo tipo de arte, compras, teatro, todo tiene su festival, su momento, ¡y además muchos son gratis! Sin duda una de las cosas que más echaré de menos de Bélgica.
Las patatas fritas y las demás delicias de las friteries/frituur
Ya decía antes que los belgas no tienen todos problemas de sobrepeso porque se pasan la vida en la bicicleta, ¿verdad? Si has vivido en Bélgica, es más que probable que volvieses a casa con equipaje extra bajo la piel, y la culpa, además de de la cerveza y los chocolates, es de las malditas patatas fritas. ¿Pero cómo es posible que algo tan sencillo como las patatas fritas, que se hace en todas partes, esté aquí tan sumamente bueno?
Y para acabar de arreglarlo tienes decenas de salsas y sucedáneos de carne para acompañar a tus patatas. ¿A que te apetece una Bicky Burger y unas patatas con salsa andalouse? Por cierto, ¿por qué narices la llamarán salsa andaluza?
Las cosas que no voy a echar de menos de Bélgica
La basura por las calles
Todos pasamos por situaciones similares cuando llegamos a Bélgica y llega el momento de tratar con los desperdicios de la casa. ¿Cómo, que no hay contenedores? ¿Que no puedo tirar la basura hoy? ¿Que tengo que comprar bolsas de basura especiales?
Es tan extraño todo esto, y en mi opinión también absurdo, que tuve que escribir de la basura en Bélgica. Podría echar de menos el reciclaje aunque tampoco me parece que se haga mucho mejor que en otros países, pero ¡no echaré de menos las bolsas de basura en la calle!
La burocracia
La burocracia es el patito feo de todos los países, además un patito feo que no se convierte nunca en cisne, siempre es un pato feo. Pero en Bélgica, quizás con la excusa de que es el país donde está la sede de la Unión Europea, o sencillamente para fastidiar, la cosa se vuelve irritante.
El colmo de los colmos es que la policía de Bélgica, en el único acto de presencia que tendrá posiblemente en tu vida en Bélgica -a no ser que te caiga alguna multa de tráfico-, se presentará en tu casa sin previo aviso sólo para confirmar que, efectivamente es tu casa.
El Manneken Pis
Si aún no has vivido o al menos viajado a Bélgica, puedes tener interés en ver esta estatua que tan pocos buenos recuerdos me trae. El Manneken Pis es el símbolo de Bruselas y casi de toda Bélgica, pero no es más que una diminuta estatua sin gusto de un niño desnudo meando.
Vivir en Bélgica implica que por cada visita que hayas tenido tengas que pasar por delante del niño meando una y otra vez. Con un poco de suerte también habrás visto a la versión femenina, aún de peor gusto y más horrorosa. No, no lo echaré de menos.
El tráfico y carreteras
Aunque yo no haya tenido coche mientras he vivido en Bélgica, no me he librado de tratar con el absurdo tráfico de Bélgica, sus conductores y el pésimo estado de sus carreteras (algo curioso teniendo en cuenta que el 50% de tu salario en Bélgica se va en impuestos). Pero si al tráfico y a las carreteras belgas no los echaré nada en falta, menos aún a todos los amigos quejándose continuamente del tráfico y las carreteras belgas. ¡Qué sopor!
Y tú, que también has vivido en Bélgica, ¿qué echas de menos y qué no quieres volver a ver nunca más de este pequeño país centroeuropeo?