Viajar a Lovaina, Bélgica. La ciudad universidad

Olvidada por casi todos los visitantes primerizos de Bélgica pero celebrada particularmente por aquellos que han tenido la suerte de estudiar en la KU Leuven, la universidad católica, Lovaina es la ciudad pequeña más animada de Flandes, al menos mientras los estudiantes están en ella.

La historia de Lovaina se remonta al siglo XV, en el que fue fundada su universidad y su arquitectura dice mucho de esta época, especialmente en el Grote Markt, la plaza central de la ciudad, que además es la sede del edificio más famoso de Lovaina, su increíble antiguo ayuntamiento, una obra gótica espléndida en la que 236 estatuas marean a los visitantes que intentan localizar el punto idóneo en que centrar sus miradas.

Lovaina es universidad, y, para qué vamos a engañarnos, una gran parte de la la vida universitaria gira en torno a la fiesta. Liberar al estudiante que hay en ti, incluso si hace ya tiempo que cambiaste los libros por las nóminas y los profesores por los jefes, es casi inevitable en esta ciudad. En particular en la plaza contigua a Grote Markt, Oude Markt, en la que prácticamente todos sus edificios son bares, pubs o discotecas y donde en verano se forma una gran terraza con centenares de belgas disfrutando de algo tan local como la cerveza.

Una cerveza que por cierto, es una de las grandes fuentes de ingresos de la ciudad gracias a que la fábrica de Stella Artois, cerveza vendida en medio mundo, se encuentra a pocos minutos a pie de la estación de tren.

Y claro, con tanto estudiante, extraño sería que la vida cultural no fuese destacable (aunque precisamente algo así pasaba en mi anterior hogar, Southampton). Museos, arte, música y gran cantidad de recintos dedicados a estos menesteres se reparten por el centro de la ciudad.

Eso sí, aunque haya bastantes cafeterías con un ambiente fabuloso y una decoración digna de protagonizar artículos en un blog de diseño, no hay que equivocarse, el café en Bélgica es nórdico, y por tanto, si me permites ser un poco tajante, malo. La excepción el Noir Koffiebar de Naamstraat, y a veces el STUK, un lugar que es tanto cafetería, como sala de exposiciones, de conciertos y hasta cine y en el que he estado trabajando como voluntario.

Visitar Lovaina debe llevarte por fuerza por los beguinajes de la ciudad, que son dos, ingeniosamente llamados grande y pequeño respectivamente. Se trata de lugares en los que las mujeres que decidieron entregar su vida a Dios, pero no su dinero, se alojaban. El Groot Begijnhof -el grande- es hoy un día un pequeño barrio, residencia de estudiantes y profesores de la universidad, que tuvo la genial idea de adquirir y restaurar este lugar nombrado Patrimonio de la Humanidad.

Leuven no tendrá tanta vida como Gante, los idílicos canales de Brujas o la variada oferta de Bruselas, pero solo al viajar a Lovaina podrás liberar al estudiante que hay en ti y olvidarte del peso de los años, los kilos, y los kilómetros caminados.