Montpellier es una ciudad con un importante patrimonio arquitectónico como puedes leer en otros de mis artículos de la ciudad. Sería complicado elegir un edificio que la represente como sucede con otras ciudades, pero puestos a elegir quizás sea su peculiar Catedral de San Pedro de Montpellier, en el corazón de la ciudad, la mayor merecedora de esta notoriedad.
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Entre mi primera y mi segunda visitas a Montpellier pasaron tan solo cuatro meses. Cuatro meses que parecen pocos, pero son muchos si pensamos en el paso de las estaciones. Así, si mis primeros días en Montpellier me sofocan sólo con recordar las altas temperaturas de julio, de mi paso por la ciudad en noviembre recuerdo la intermitente lluvia.
Era una lluvia llevadera, y su único efecto real en mi visita fue el cambiar la tonalidad de mis fotografías e incrementar mis estancias a cubierto. Así pasé casi horas más que minutos dentro de la Catedral de San Pedro de Montpellier. Ésta se encuentra al noroeste del Écusson, casco histórico de Montpellier, y a pocos minutos a pie de la Plaza Real del Peyrou, en un lugar de gran importancia histórica.
De hecho, es tanta la importancia pues contigua a la catedral se encuentra la Facultad de Medicina de Montpellier. Ésta es la facultad de medicina que más tiempo lleva funcionando de forma ininterrumpida en el mundo. Además, a pocos pasos está el jardín botánico de la ciudad que, creado para la facultad, es el jardín más antiguo de este tipo de toda Francia.
Historia de la Catedral de Montpellier
La primera piedra de la Catedral de San Pedro de Montpellier fue puesta en 1364. Por entonces tan sólo era una sencilla capilla del monasterio de San Benoît, que había sido fundado por el papa Urbano V. Era mitad del siglo XIV y los papas de Roma se habían trasladado temporalmente a la ciudad de Aviñón. La capilla se consagraría en 1373 y eran tan robusta su estructura que recibía el apelativo de fuerte.
Y suerte que así era, pues tras transferirse el obispado de Maguelone a Montpellier en 1536, convirtiéndose así en Catedral de San Pedro y reservando el resto del monasterio como habitáculos de obispos, la catedral se vería atacada constantemente durante las Guerras de Religión de la segunda mitad del siglo XVI.
La Catedral de San Pedro es en estilo gótico meridional y su nave se ha mantenido como desde el siglo XIV, aunque transepto y coro son del XIX. Su mayor característica visual en el exterior es el extraño porche sostenido por dos gruesos pilares terminados en punta frente a la entrada principal. Parecen elementos pertenecientes más a un castillo de Disney que a un templo católico.
Interior de la Catedral de San Pedro
Una vez dentro la iluminación es escasa, pero el espacio es acogedor. A nuestra derecha, en el coro, podemos ver tres elementos neogóticos que datan del siglo XIX. Se trata del órgano de acompañamiento -el más pequeño de los dos órganos de la catedral-, el antiguo altar mayor principalmente realizado en ónice y la cátedra de cobre dorado.
Si nos damos la vuelta y vamos al lado opuesto encontramos el gran órgano, encargado al mayor fabricante de la época, Jean-François L’Epine en 1778. Sus sonidos, al igual que los de las cuatro campanas de voltear y las tres de repique que tiene la catedral producen prácticamente los únicos sonidos que escucharás aquí fuera de horario de misa.
Levanta tu cabeza para contemplar las vidrieras y especialmente los dos rosetones, el de los profetas y el de los apóstoles. Con un colorido impactante que es imposible de observar desde el exterior.
Datos de contacto de la Catedral de San Pedro de Montpellier
En el siguiente cuadro tienes la información más relevante sobre la Catedral de San Pedro de Montpellier, para que prepares tu visita.
- Catedral de San Pedro de Montpellier
- Rue Saint-Pierre, 34000 Montpellier, Francia
- De lunes a sábado de 9:30 a 12:00 y de 14:30 a 18:30.
- Entrada gratuita
- Página web oficial
Visitar los monumentos de una ciudad nos hace conocerla a fondo, no hay que olvidar esto nunca. Por eso, seamos religiosos o no, en Montpellier, una visita a la Catedral de San Pedro es inexcusable.