Hoy toca hablar de uno de los grandes edificios de la capital de Inglaterra. Seguramente el lugar más famoso de Londres, aunque sobre esta afirmación podríamos hablar largo y tendido. El Palacio de Westminster y su torre del reloj, la más famosa del mundo, el Big Ben.
Aún recuerdo perfectamente la primera vez que llegué al Palacio de Westminster, aunque los años han ido pasando. Fue en mi primer viaje a Londres, en octubre de 2008. Por aquel entonces acudí a la ciudad por mi antiguo trabajo y aunque llevaba ya prácticamente una semana en la ciudad, solo iba del hotel al casino y del casino al hotel. Aún no había visto nada interesante, nada famoso, tan solo el Museo de Historia Natural.
Afortunadamente tuve un día libre que aproveché desde bien temprano. Tomé el metro de Londres, por el que siento especial predilección, y me planté en la estación de Westminster. Subiendo sus escaleras una estraña sensación me recorrió el cuerpo. Seguramente fue el frío de la mañana, pero quiero creer que fue algo más. Una vez en la superficie levanté la vista y allí, ante mí, apareció el Big Ben. El de verdad. No todas las fotos que había visto hasta la fecha.
La primera impresión fue que la torre era más bajita de lo que imaginaba por las fotos, pero muchísimo más grande, más ancha. Como si, al contrario que al resto del mundo, al Big Ben las fotos le adelgazasen en lugar de engordarle.
Después uno queda cautivado por los muchos detalles de este edificio neogótico. El Big Ben, por cierto, es en realidad el nombre de la campana que tiene la torre del reloj, pero bueno, el todo ya ha ganado el nombre de la parte y cuando hablas de Big Ben nadie piensa en otra cosa que no sea la torre (a no ser que aquél con quien hables lo confunda con el Big Bang, que es ya otra historia).
Pero como decía, el Big Ben es solo la torre del reloj del Palacio de Westminster. Un palacio que alberga la sede del parlamento del Reino Unido, o sea, la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. Aquella que Guy Fawkes trato de volar un cinco de noviembre de 1605.
Hay algunas zonas del interior del Palacio de Westminster que son accesibles para turistas, pero las colas son siempre gigantes, y nunca me ha dado por esperar. Hay tanto que ver en Londres que no me parece a día de hoy lógico hacer cola para ver algo.
Pero el exterior es de un atractivo tremendo. Dando un paseo alrededor del mismo podremos ver primero el salón de Westminster con la estatua a Oliver Cromwell, detrás de los cuales está más o menos la Cámara de los Comunes. Allí encontrarás la entrada para visitantes.
Después tienes la St. Stephens Entrance, que da al vestíbulo central y un poco más adelante la zona donde está la Cámara de los Lores, para terminar con la entrada de los soberanos sobre la cual está la Torre Victoria.
Los incontables ventanales y los detalles de columnas y adornos hacen del Palacio de Westminster algo especial, y dada su buena localización, es además el punto perfecto para comenzar una ruta por Londres. Pues tienes a pocos minutos a pie algunas de las otras maravillas que os ofrece esta ciudad. ¿Conoces ya el Big Ben?