Más allá de Tallin, dispersados a lo largo de su exuberante naturaleza, Estonia cuenta con una variada selección de edificaciones que narran la historia, las costumbres y la vida rural. Son las mansiones y castillos de Estonia, pero aquí las llamamos casas solariegas.
La existencia de las casas solariegas en la vida de Estonia comienza a la vez que los primeros escritos sobre esta región. De aquí que la historia del país y de estas mansiones y castillos esté tan fuertemente ligada. Las casas pertenecían, en su mayoría, a los llamados alemanes bálticos. Éstos habían llegado a Estonia con la tarea de convertir al cristianismo a los campesinos locales, y una vez asentados aprovecharon la coyuntura para convertirse en terratenientes.
Asentamientos a lo largo del país se establecieron y crecieron en torno a estas mansiones y sus amplios terrenos. Los campesinos locales trabajaban para el señor de la casa solariega. Y así Estonia creció como región, siempre parte de algún imperio mayor, hasta que ganó su independencia.
Qué es una casa solariega
Antes de profundizar en temas como la vida en las casas solariegas o su arquitectura, la primera duda que te puede surgir es sobre el término en cuestión. Desde luego yo no había oído “casa solariega” hasta que me puse a buscar traducciones al español de la palabra estonia “mõis” y la inglesa “manor”. Mi búsqueda dio como resultado casa solariega o, en ocasiones solar, como la traducción más adecuada.
Según la Real Academia Española, la definición de casa solariega es: “casa más antigua y noble de una familia”. Una definición breve que se me antoja corta al explicar el valor de este término en Estonia. Una casa solariega es mucho más que la casa más antigua y noble de una familia. De hecho, es mucho más que una casa.
Todo el recinto que giraba en torno a la casa principal, a esa mansión o castillo en el que la familia vivía, era parte de la casa solariega. Los edificios anexos, los parques, carreteras, estanques, muros. Todo esto era la casa solariega.
Breve historia de las casas solariegas de Estonia
Ya dije en la introducción que las casas solariegas pertenecían principalmente a los alemanes bálticos que llegaron en el siglo XIII con el objetivo de convertir a los paganos al cristianismo. Las cruzadas en el norte de Europa trajeron la construcción de las primeras fortalezas. Alrededor de quinientas fueron levantadas en la actual República de Estonia. La mayoría de ellas de madera.
La madera no suele resistir el paso del tiempo, especialmente los periodos de guerras, pero tampoco tuvieron mejor suerte los 100 fuertes de piedra que fueron destruidos en la guerra de Livonia del siglo XVI. Llegaba el periodo de control del Imperio Sueco y con él las primeras renovaciones (más bien construcciones) forzadas.
No fue hasta el final de la Gran Guerra del Norte en el siglo XVIII, que los primeros grandes complejos de casas solariegas se comenzaron a construir. En número superaban el millar, y son de estas fechas la mayoría de los edificios aún conservados.
Su mayor esplendor llegaría en el siguiente siglo, donde las casas solariegas se iban reconstruyendo y renovando al ritmo que las modas arquitectónicas del oeste de Europa dictaban. Este resurgir y resplandecer no les duraría mucho.
Con el despertar del sentimiento nacional estonio a finales del siglo XIX, llegaban las vacas flacas. Una rebelión de trabajadores y pescadores en 1905 destruyó 150 casas solariegas, y la declaración de independencia de 1918 seguida de la reforma de la tierra de 1919 terminó con el control de las casas solariegas.
Las casas solariegas en los últimos 100 años
La nueva República de Estonia transfirió un 60% del terreno de estas casas al estado, que lo convirtió en casas parroquiales, escuelas y guarderías. 225 fábricas de vodka de las casas solariegas perdían sus propietarios originales.
El final, o mejor dicho el punto y a parte, fue la llamada a los señores bálticos a una mudanza masiva a Polonia en 1939, como parte del plan de colonización del territorio ocupado por la Alemania Nazi. Los únicos alemanes que quedarían en el país eran ya más estonios que alemanes.
La época soviética fue la época del olvido y el abandono. Al menos en las primeras décadas. Tras 1960, pequeños colectivos locales lanzaron iniciativas de restauración.
Con el colapso soviético y la segunda independencia del país, las casas solariegas cambiaron nuevamente de manos. Ahora, propiedad privada la mayoría, su suerte es muy diversa. Algunos palacios y castillos están mejor que nunca, convertidos en hoteles, museos, o restaurantes. Otros ya pasaron el límite de la posible restauración y son ruinas o recuerdos.
Cuántas casas solariegas quedan en Estonia
Esa duda me ha asaltado desde que vi las primeras casas solariegas. ¿Cuántas de ellas tendría que visitar para verlas todas? La enciclopedia online sobre Estonia, Estonica, dice que son más de 2000. Un número que corrobora The Baltic Guide, que dice que son 1245, pero más de 2000 si consideras casas parroquiales y granjas solariegas de lácteos.
Visit Estonia, la oficina de turismo del país, habla de más de 1000, mientras que la Wikipedia en inglés habla de más de 400. La Wikipedia en estonio lista muchas más. Puesto que The Baltic Guide dice que son 414 las casas solariegas restauradas a su imagen original, siendo 100 de ellas las que se usan como casas privadas, escuelas, museos, hoteles o restaurantes, puedo llegar a concluir lo siguiente:
Entre ruinas, casas solariegas más o menos deterioradas, y aquellas restauradas; considerando las que usaban los señores bálticos y las que tenían funciones distintas, hay más de 2000 casas solariegas, pero sólo una quinta parte de ellas están restauradas.
Arquitectura de las casas solariegas de Estonia
Puesto que son las mansiones y castillos de Estonia, el estilo arquitectónico de las casas solariegas ha representado la evolución arquitectónica del país. Así mismo, puesto que las primeras casas solariegas datan del siglo XIII y su creación se propagó hasta el siglo XX, es fácil imaginar que la variedad es tremenda. Puedes encontrar desde fortalezas medievales hasta edificios modernistas, pasando por estilos reconocidos como el renacentista, barroco, clasicista, historicista y otros menos populares.
El primer periodo arquitectónico de las casas solariegas en Estonia va desde el siglo XIII hasta la Guerra Livona, en la segunda mitad del siglo XVI. Las casas eran principalmente de madera y apenas se conserva información al respecto de su aspecto o distribución. Parece que eran casas modestas y austeras. Sí se conservan de aquella época las fortalezas de piedra al estilo de la Torre de Vao y mi querida Torre de Kiiu.
En el periodo que va aproximadamente entre la Guerra Livona y mediados del siglo XVII, con Estonia como parte del Imperio Sueco, las casas solariegas eran de estilo renacentista. Como pasaría con muchos otros estilos provenientes del oeste de Europa, a esta región llegó con algo de retraso.
Tras la arquitectura renacentista, llegó un periodo de más de cien años de predominancia barroca. Este estilo coexistió con el clasicismo en las últimas décadas del XVIII para dejar paso a éste en exclusiva hasta mediados del siglo XIX. Una subcorriente más modesta llamada Viejo Báltico, fue también popular entre casas menos pudientes durante los siglos XVII y XVIII.
El historicismo o romanticismo se hizo fuerte alrededor de 1840. En este estilo se engloban, entre otros, el neogótico, neorrenacentista y neobarroco. Coexistiendo con el modernismo durante el siglo XX, daría forma a las últimas casas solariegas, antes del inicio de la Primera Guerra Mundial.
Distribución de las casas solariegas
Decía, al definir una casa solariega, que no sólo era la mansión o castillo. Todo el entorno era parte de la misma, y ese entorno podía llegar a tener docenas de hectáreas. Alrededor del palacio principal había otros edificios. También existían zonas verdes. Una pequeña ciudad, un núcleo urbano independiente.
El recinto de la casa solariega podía o no estar amurallado. Estos muros eran tanto de piedra como naturales, formados por accidentes geográficos o árboles.
La misma carretera que llevaba a la casa solariega daba ya a entender que ésta se acercaba. Se intentaba que éstas fuesen rectas y se disponían como alamedas, con árboles protegiendo ambos extremos de la calzada.
El pórtico de entrada al área de la casa solariega variaba bastante. Algunos eran edificios en sí mismos, con torres u otros elementos arquitectónicos. Otros ni existían.
La casa solariega se encontraba en un punto elevado, en caso de que lo hubiese en la zona. Podía ser un montículo o una ladera, lo importante era que la casa destacase y, a ser posible, fuese vista en la distancia. No era tarea fácil encontrar lugares adecuados en la llana Estonia.
El recinto tenía dos zonas claramente diferenciadas. Una parte delantera más funcional y la trasera, que era más lúdica, de acceso privado a los señores de la casa solariega.
Parte frontal del recinto solariego
Entre la entrada al recinto y la casa solariega, había un circuito llamado círculo de honor, alrededor del cual se disponían otros edificios. Con la casa solariega como elemento central, a sus lados solían estar los dos edificios de más relevancia para la economía de la casa solariega: el granero y la cochera. Ambos edificios solían ser similares o incluso idénticos.
En el granero se guardaba el producto más importante de la casa solariega, el grano con el que se hacía el vodka, producto estrella de su economía. En la cochera solían estar los medios de transporte del señor de la casa: carruajes, trineos y caballos.
No muy lejos de estos edificios, muchas veces anexos a ellos en el círculo de honor, se encontraban otras construcciones adicionales: la casa de los empleados, cabañas para el ganado, granja de producción de lácteos, etc.
Aquellos edificios en los que el fuego estaba presente, como la forja o la secadora, se construían a mayor distancia para evitar que, en caso de accidente, su propagación terminase en tragedia absoluta. Las casas solariegas más ricas podían llegar a la veintena de edificios.
Parte trasera del recinto solariego
La zona recreacional de las casas solariegas solía estar en la parte trasera del recinto, donde había mayor privacidad para los señores. Aquí se podía encontrar un gran parque sin edificios para trabajadores. Había esculturas, pabellones, pérgolas y puentes entre estanques, arboledas y prados.
Vida en las casas solariegas
Mi primer pensamiento al visitar casas solariegas en Estonia fue que estas mansiones y castillos eran los lugares de veraneo de esa nobleza extranjera que controlaba la tierra del país. En cambio, años de lectura y estudio me han hecho ver que una idea más ajustada es pensar que estos hogares eran las residencias principales. Que las casas de Tallin, y en especial de Toompea, eran el lugar de retiro durante el invierno, cuando el frío aislaba la Estonia rural, haciéndola inhóspita.
En las casas solariegas estaban los negocios de los señores bálticos. Aquí se producían y trataban los materiales y productos que mantenían el flujo de dinero. Cuando el frío y la oscuridad llegaba al país, el desplazamiento a Tallin se convertía en unas vacaciones dedicadas exclusivamente a la vida contemplativa.
La vida económica de las casas solariegas tuvo como fuente de beneficio principal el destilado de alcohol. Especialmente vodka. Primero se utilizó esta bebida para ayudar a la conversión de los campesinos paganos, que aceptaban de buen grado acudir a misa a cambio de un par de vasos de vodka. Después, la armada rusa se convertiría en cliente principal, con su excesivo consumo.
A finales del siglo XVIII había unas 800 destilerías en casas solariegas de Estonia.
Las casas solariegas hoy en día
Casi ochocientos años después del levantamiento de las primeras construcciones de madera para los cruzados alemanes, las casas solariegas siguen teniendo un papel importante en la nueva República de Estonia del siglo XXI. Un papel más simbólico que económico y, sin duda, menos clasista. Hoy en día estas mansiones y castillos son algunas de las mayores atracciones turísticas fuera del centro histórico de Tallin.
Algunas no son más que misteriosas ruinas, engullidas parcialmente por la naturaleza. Ideales para fantasear con los ojos abiertos con mundos post-apocalípticos, de esos que el cine y la literatura nos han dado decenas.
Otras han sido renovadas hasta recuperar sus momentos de mayor esplendor. Afortunadamente ya no hace falta ser parte de la nobleza para hospedarse o comer en éstas. Hay galerías, museos, restaurantes abiertos por punteros chefs y hoteles lujosos. No es de extrañar que los locales elijan como sede de sus bodas muchas de las casas solariegas de Estonia.
Las 10 casas solariegas más bellas de Estonia
Ahora ya sabes mucho más que la mayoría sobre las casas solariegas de Estonia, pero lógicamente no vas a intentar visitar las más de 400 restauradas durante tu visita a Estonia. Así que, para terminar este artículo voy a responder a una pregunta que seguramente te está rondando la cabeza: ¿cuáles son las más bellas mansiones y castillos de Estonia?
He preparado la siguiente lista con las casas solariegas más hermosas que he visto en persona durante mis años explorando Estonia. El orden de la lista es alfabético, y pienso ir alterándola a medida que visite nuevas casas solariegas o algunas que ya conozco me reconquisten. Eso sí, dejaré el listado en diez siempre, que son más que suficientes para una primera aproximación.
Castillo de Alatskivi
Kalvi Mõis
Keila Joa Mõis
Kolga Mõis
Castillo de Koluvere
Padise Mõis
Palmse Mõis
Sagadi Mõis
Castillo de Sangaste
Vihula Mõis
¿Me dejé algo por responder al respecto de las casas solariegas? ¿Puedo ayudarte a visitar las mansiones y castillos de Estonia? Ya sabes que a través de los comentarios o del formulario de contacto puedes ampliar la información para preparar tu viaje a Estonia.