Ah, las guías de viaje de Lonely Planet. Mi relación con ellas es de amor y odio cual romance adolescente. Por un lado, me han acompañado en este viaje que es Vivir Europa desde antes, mucho antes, de la concepción de esta aventura, cuando compré mi primera guía en Noruega, justo antes de volver a España.
Quería descubrir qué había cambiado en mi propia ciudad, Valencia, en los 17 meses que pasé en Trondheim. Por eso compré una guía de viajes llamada Valencia & the Costa Blanca en una librería cercana a mi casa, al lado de un Rema 1000.
Pero no todo es nostalgia y cariño cuando pienso en Lonely Planet, quizás porque han quedado atrás los tiempos en que la pareja hippie viajera por excelencia, Maureen y Tony Wheeler se convirtió en un ejemplo a seguir para mí. Desde que revolucionaron el mundo de las guías de viajes relatando su periplo a través de Asia con poco dinero ha pasado mucho tiempo, pero más tiempo me parece que ha pasado desde que veía Lonely Planet como la única forma de escapar de la rutina.
Aunque en realidad no hace tanto desde que compraba guías de Lonely Planet de forma compulsiva. Guías de todos y cada uno de los destinos que visitaba o tenía pensado visitar, seguramente una veintena, quizás más. Dicen que para escribir bien hay que leer mucho antes y durante. Pues desde luego la parte de la lectura la cumplí con creces por entonces.
No obstante, con el paso del tiempo, quizás debido a que me he vuelto un viajero más caprichoso, o tal vez porque realmente Lonely Planet no es lo que era, esta relación se ha agriado un poco. Por este motivo me decido a reflexionar contigo en voz alta sobre lo mejor y tambíen lo peor de las guías de viajes de la editorial viajera más grande del mundo.
Lo mejor de Lonely Planet
- Por supuesto hay que comenzar agradeciendo el hecho de que fuesen pioneros. Seguramente si ellos no hubiesen dado el paso de realizar unas guías distintas a las habituales en la época, muchísima gente no hubiese llegado a viajar en su vida como lo hizo. No hubiese llegado el boom de los viajes con pocos fondos, de jóvenes mochileros, pues nadie habría creído que se podía viajar sin tener gran cantidad de dinero.
- Lonely Planet tiene el catálogo más grande de guías de viajes del mundo con más de 600 títulos en la actualidad. Guías de países, de ciudades, de regiones, itinerarios, guías de viajes andando, libros de idiomas. Prácticamente todos los destinos a los que puedes acceder están cubiertos. Y además muchas de estas guías están traducidas al español por GeoPlaneta, por si no dominas el inglés.
- Lonely Planet además, impulsada por la adquisición de la BBC del 100% de sus acciones, es más que una editorial de libros. También tiene una presencia tremenda online, una productora que ha realizado varios documentales y series sobre viajes, una revista y, sin duda, tienen el mejor foro, punto de encuentro, de viajeros en todo Internet. Su Thorn Tree.
- Las guías se actualizan con bastante asiduidad y, aunque es inevitable que las cosas cambien en los pocos años que pasan entre ediciones, lo cierto es que reflejan perfectamente la actualidad de los lugares que describen.
- La información en las guías está muy bien estructurada y sus interminables páginas (debido a la tipografía) proporcionan mucha más información de la que seguramente serás capaz de asimilar durante tu viaje.
Lo peor de Lonely Planet
- Para empezar, de igual forma que sucede con los grupos independientes de música, su propia popularidad podría decirse que les ha matado. Cuando una guía de viajes es comprada por decenas de miles de personas, aquellos lugares que recomiendan, esos lugares mágicos, místicos y casi secretos se convierten en resorts colmados de turistas con precios que fácilmente doblan los originales de la guía y con propietarios que creen, quizás con razón, que el hecho de haber aparecido en una Lonely Planet les da más estatus que a un actor ganar un Oscar.
- Quizás por causa del afán que tienen las guías de dar toda la información posible de un destino, se vuelven aburridas. Es muy difícil terminar una guía. Y ojo, para nada pongo en el entredicho la calidad de los escritores de estas guías, muy por encima de la de servidor, a quien por otro lado le honraría ser autor de algún libro de semejante calibre. El problema es sencillamente que estas guías no te enganchan como puedan hacerlo otras independientes. El libro que estoy leyendo actualmente, por poner un ejemplo, London, de David Piper, es una fantástica guía de viajes sobre la capital de Inglaterra.
- El precio de las guías, muy especialmente las editadas en español, es desorbitado. No creo que sea concebible esperar que un viajero low-cost, un mochilero que duerme en hostales de menos de 10€ por noche, se vaya a gastar 30€ en un libro sobre su destino.
- Relacionado también con el dinero también está otro punto malo de Lonely Planet. Hoy en día el viajar a un coste bajo real, como la gente joven hace en la mayoría de las ocasiones, no está bien concebido en estas guías que hablan en ocasiones de los 50€/noche como un estándar de precio bajo. Estamos hablando de 1500€ solo en alojamiento para una persona que se va a pasar un mes dando una vuelta por Europa, no parece el dinero que un mochilero pueda permitirse.
- Por último, y siendo esta última una pega más achacable a mí mismo, cada viajero tiene una forma de concebir sus trayectos. Una forma distinta e independiente. Y de la misma forma que Lonely Planet me parecía en su día la guía espiritual perfecta sobre la que basar mi camino, hoy en día los pasos que ésta sigue distan mucho de aquellos que yo quiero tomar viviendo Europa.
Dicho todo esto, lo bueno y lo malo combinado hacen que siga todavía siempre considerando la posibilidad de comprar una guía de Lonely Planet cuando voy a un destino nuevo, y aunque ya no es mi favorita, en muchas ocasiones sigo haciéndolo.
¿Cuál es tu opinión? ¿Qué es lo mejor y peor de las guías de Lonely Planet? ¿Me he dejado algo? ¿De qué lado se decanta tu balanza?
Nota: las fotografías de este artículo han sido realizadas por Kevin Jaako y [auro] y usadas en Vivir Europa mediante la licencia Creative Commons.