Las maravillas de Flandes no se acaban con las visitas a sus ciudades más famosas. Sí, Amberes, Brujas, Gante, Lovaina y Malinas podrían ocupar todas tus visitas a la región norte de Bélgica. Pero hay otros lugares, más pequeños, menos trillados, con un encanto indudable. Uno de ellos es la ciudad de Halle, al sur de Bruselas.
Halle es una ciudad de menos de 50 mil habitantes del lado flamenco de Bélgica. Situada al este de la región de Pajottenland (sí, el nombre es muy cachondo). Halle se encuentra a apenas 15 kilómetros de Bruselas, y otros tantos de Waterloo, aunque la ciudad valona famosa por la derrota de Napoleón y la canción de ABBA es de difícil acceso gracias a que el transporte público de Valonia y Flandes es llevado por compañías distintas.
La historia de Halle es bastante extensa a pesar de su pequeño tamaño, en cierto modo porque se encontraba en la frontera entre Brabante, Flandes y Henao, con lo que su importancia estratégica le dio en muchas ocasiones un protagonismo inesperado. Ha recibido grandes honores, como la visita de Carlos I como parte de su viaje a España para ser coronado emperador, pero también ha sufrido constantes ataques, como los sitios de finales del siglo XV por parte de un ejército de Bruselas o los saqueos durante la ocupación francesa en el siglo XVIII.
También fue, y sigue siendo, lugar de peregrinaje, gracias a la milagrosa estatua de Nuestra Señora donada a la ciudad en el siglo XIII. Tantas visitas recibía esta estatua desde su llegada que la ermita de la ciudad tuvo que ser sustituida por la Basílica de San Martín, construida entre los siglos XIV y XV y que hoy en día es la atracción principal de Halle, aunque yo me la encontrase en obras.
Pero si la virgen ya era importante, más lo fue aún tras el asedio del ejército dirigido por Felipe de Cleves en 1489. Cuenta la leyenda que los ataques no consiguieron acabar con la resistencia de la ciudad solo porque la propia estatua de la Virgen María cobró vida y paró las balas de los cañones. Prueba de esto es que el hollín de los cañones cubrió a la imagen de la virgen, que desde entonces es conocida como la Virgen Negra. Las balas de cañón aún se exhiben en la basílica.
Muy cerca de ella se encuentra Grote Markt, la plaza central de la ciudad en la que está el otro edificio imprescindible de la ciudad, su antiguo ayuntamiento. Además, en la plaza, están algunos de los mejores cafés de Halle, en los que tomar alguna cerveza local mientras se practica el dialecto propio de la región, un neerlandés en el que aún se conservan tres géneros.
Una visita a Halle es perfecta si se combina con un paseo matutino por Hallerbos, un bosque a menos de una hora de la estación de tren de la ciudad en dirección sureste y que es conocido como el bosque azul gracias al manto de jacintos que lo cubre durante los meses de abril y mayo. La densidad de las flores es tal que el azul realmente compite con el verde de la hierba.
Historia, naturaleza, leyendas y buena cerveza en una pequeña dosis perfecta para un viaje de un día desde Bruselas, eso es lo que te ofrece Halle, una pequeña ciudad flamenca en la frontera con Valonia.