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Viajar a Mons, Valonia pura a una hora de Bruselas

Publicado: abril 3, 2014 · Actualizado: enero 9, 2024 5881 views
Fachada del ayuntamiento gótico con banderas en Mons, Bélgica.Fachada del ayuntamiento gótico con banderas en Mons, Bélgica.

Valonia y sus ciudades tienen un complicado papel en Bélgica, juegan en una segunda división turística de la que muy pocas veces se pueden escapar. No es nada en su contra, es sencillamente difícil competir con la capital, Bruselas, y con el trío de ases flamencos: Amberes, Brujas y Gante. Entre tú y yo, será algo subjetivo por el hecho de vivir en ella, pero tengo la sensación de que Lovaina quedaría quinta en la lista de ciudades belgas a visitar que encabezan las cuatro citadas anteriormente. Pero entonces, ¿qué pasa con una pequeña ciudad valona como Mons? ¿Alguien va por voluntad propia? ¿Merece la pena?

Si tenemos que hacer caso a la historia, Mons no ha sido nunca un lugar de ocio para el visitante. Más bien al contrario, ha sido un punto conflictivo que ha sido ocupado de forma repetida en guerras de los últimos quinientos años. El tercer Duque de Alba se hizo con el control de Mons en 1572 durante la Guerra de los Ochenta Años y en 1914, durante la Primera Guerra Mundial, Mons sería el precio a pagar por el ejército británico en su primer enfrentamiento (y derrota) contra los alemanes.

Fuente en Square Saint-Germain en Mons, con árboles en flor y casas al fondo en un día soleado.
Fuente en Square Saint-Germain en Mons, con árboles en flor y casas al fondo en un día soleado.

Hoy en día, en una Bélgica tranquila, Mons se convierte en una opción interesante para un viaje de un día desde Bruselas. Eso sí, solo para aquellos transgresores que deciden obviar la magia de la arquitectura medieval flamenca alrededor de ríos y canales al norte del país, o que huyen de las multitudes que se acumulan en Brujas o Gante, especialmente en los calurosos días de verano.

Escultura de busto en primer plano con la Colegiata de Santa Waudru al fondo en Mons, Bélgica.
Escultura de busto en primer plano con la Colegiata de Santa Waudru al fondo en Mons, Bélgica.

Sin tanto que ofrecer como las súper estrellas de Bélgica, Mons da ciertas notas de arquitectura de muchísima calidad y un ambiente muy relajado. Su pequeño ayuntamiento no es arrebatador como el de Bruselas o Lovaina, pero el mono de la suerte que hay a su entrada (llamado Le singe du grand’garde) compensa con una divertida historia la falta de espectacularidad -eso sí, no lo toques si no quieres tener hijos, pues al parecer acariciar al primate ayuda a ser fértil-. Además del mono, el jardin du maïeur interior ofrece la tranquilidad que la ciudad va perdiendo con el paso de las horas si el calor apremia.

Estatua de bronce del Singe du Grand Garde.
Estatua de bronce del Singe du Grand Garde.

En una contienda por el premio de popularidad arquitectónica de Mons, de todas formas, el ayuntamiento no tiene ninguna posibilidad si se le compara con los dos grandes edificios de la ciudad: La Collégiale Sainte-Waudru y el Beffroi de Mons. La primera es una enorme iglesia de estilo gótico brabante (a pesar de estar fuera de estas región) construida entre los siglos XV y XVII con una gran colección de objetos religiosos de entre los que destaca el Car d’Or, una carroza en motivos de oro que sale a las calles de la ciudad durante el Domingo de la Trinidad.

Carro de Oro ornamentado en la Colegiata de Santa Waudru en Mons, Bélgica.
Carro de Oro ornamentado en la Colegiata de Santa Waudru en Mons, Bélgica.

La segunda es una espectacular torre de estilo barroco Patrimonio de la Humanidad que es además única en su estilo en todo el país. Situada junto a un pequeño parque en el punto más alto de esta ciudad de trazado irregular -no en vano mons significa montes en francés- fue construida en el siglo XVII para proteger, sin éxito, a la ciudad de futuras invasiones.

Torre del Beffroi de Mons bajo cielo despejado, rodeada de árboles.
Torre del Beffroi de Mons bajo cielo despejado, rodeada de árboles.

Tras visitar estas atracciones, merece la pena volver a la Grand Place donde se encuentra el ayuntamiento para disfrutar del deporte belga favorito cuando hace buen tiempo. No, no hablo del ciclismo, sino de las terrazas de los cafés. No hay como una deliciosa cerveza belga para ahogar un calor que no es tan agobiante como en el Mediterráneo pero que sí puede causarte estragos si eres afortunado el clima así lo considera.

Grand Place de Mons con terraza de café al aire libre y arquitectura clásica belga de fondo.
Grand Place de Mons con terraza de café al aire libre y arquitectura clásica belga de fondo.

Mons no es un lugar tan imprescindible como algunas de las joyas flamencas, pero sí es un lugar digno de ser visitado y que no tiene, ni mucho menos, la afluencia que impide el disfrute de otros lugares más concurridos. ¿El viaje de un día desde Bruselas que estabas buscando? ¡Podría ser!

Víctor M. Martínez Valero
Estratega de contenidos y consultor SEO, llevo desde 2010 escribiendo sobre viajes en Vivir Europa, mi proyecto de vida. He vivido en Noruega, Hungría, Reino Unido, Bélgica y, desde 2015, Estonia y trato de ofrecer una visión única y detallada de la riqueza cultural europea. Si quieres saber más sobre mí, puedes leerlo en "Acerca de".

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