Este artículo pertenece a la guía para vivir en el Reino Unido de Vivir Europa.
Brighton es para muchos la ciudad más encantadora del sureste de Inglaterra. Y en tan solo un nublado, frío, ventoso y lluvioso día de noviembre me he convencido de lo mismo. Para un viaje de un día desde Londres a la costa Inglesa difícilmente se me ocurre un lugar mejor.
No todas las ciudades costeras son iguales, las hay portuarias y las hay de playa. Algunas combinan ambas de forma horrible y las menos son capaces de aunar puerto y playa en una armonía sorprendente. Brighton no tiene, ni necesita, un puerto, pero tiene una de las costas más bellas que he visto en una ciudad inglesa. Su playa, paseo marítimo, y el famoso muelle -el Brighton Pier-, componen un atractivo retrato, perfecto para un paseo y posiblemente ideal en los días en los que la ciudad brillante (bright-town) hace honor a su nombre.
No tuve yo la suerte de comprobar las bondades de Brighton en un día soleado, sino bajo una alerta amarilla de lluvia y viento, y no obstante su encanto estaba latente en sus calles, negocios e incluso sus gentes. Creo firmemente que si vives en un lugar bello no solo eres más feliz, sino que tratas mejor a la gente, ¿será verdad o solo una creencia?
Nombrada ciudad hace tan solo 12 años, Brighton no había permanecido oculta hasta entonces, ni mucho menos. Jorge IV, cuando todavía era el príncipe de Gales decidió construir allí su residencia veraniega a finales del siglo XVIII. Y desde luego no se conformó con un pequeño chalet. El Royal Pavilion es una obra magistral de la arquitectura de la Gran Bretaña imperial que confunde a sus visitantes con su obvia arquitectura india. Junto al muelle, éste es el edificio más emblemático de Brighton merecidamente.
Alrededor de la columna vertebral formada por estos dos edificios unidos por Old Steine crece una ciudad muy viva, que invita a salir a la calle, a pasear por sus calles recorriendo todas sus pequeñas tiendas y disfrutando de una oferta gastronómica que me sorprendió muchísimo. No te faltarán cafés para visitar en Brighton, ni mucho menos. Y afortunadamente no hablo solamente de los Starbucks y Costas de turno, sino de íntimas y coquetas cafeterías abiertas en lo que no hace mucho fueron comedores de alguna que otra casa y en cuyas pequeñas mesas disfrutan locales y visitantes por igual.
La North Laine es el ejemplo más claro de la importancia del pequeño comercio en la ciudad, son 300 tiendas, decenas de cafés, pubs, teatros y hasta museos. Todo en un pequeño espacio de ambiente bohemio, ajetreado pero simpático, jovial y con un aire hasta intelectual. El comerciante de a pie es querido en Brighton, sea solo un mercader o un propio artesano y esto, en el siglo XXI, es ya digno de agradecer.
He mencionado antes de pasada la gastronomía de Brighton, pero no me puedo quedar en una sencilla mención. Comer bien en el Reino Unido es posible, no os equivoquéis. Que sí, que hay mucha comida basura y de poca calidad, como en España vaya. También es cierto que algunos productos, particularmente muchas verduras y frutas no tienen posibilidad de cultivo en estas islas del norte de Europa; pero aún así, si se quiere, se pueden preparar deliciosos platos tradicionales ingleses y en Brighton hay varios sitios que lo hacen.
Además el ser uno de los países con mayor inmigración del mundo, y desde hace más tiempo seguramente que ningún otro, hace que a la cocina local se añadan gran variedad de restaurantes de todo el mundo que facilitarán más las cosas a los más delicados y harán más imposible aún el decidirse a los más atrevidos.
Gracias a los consejos de Flavio, el autor de Lisboando mi primer viaje a Brighton fue tan fantástico que ya muero por volver, ¡hasta me planteé una mudanza temporal! Así que, ¿realmente tienes que pensar mucho si quieres visitarla tú?