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Dos vidas distintas en el Parque Sempione de Milán

marzo 7, 2016 2758 views

Cuando oyes a la gente hablar de Milán muchas veces hacen comparaciones con Roma, la capital de Italia, diciendo que ésta es una ciudad muy industrial que realmente no tiene lugares encantadores más allá del Duomo. Y no sé si es que yo le tengo especial cariño o es que estos no conocen el Parque Sempione.

Parque Sempione de Milán

Para hablarte del Parque Sempione (Parco Sempione en italiano), el espacio verde más grande del centro de Milán, te tengo que hablar de dos vidas muy distintas, aunque sea sólo por encima. Mi vida en 2005 y mi vida en 2015. El motivo de esto es que mis dos visitas a éste lugar fueron completamente distintas debido a que yo también lo soy. Mostrando así cómo el viaje no sólo depende del lugar sino también del momento en que te encuentras.

Parque Sempione de Milán

El Parque Sempione de noche, versión 2005

En 2005 Vivir Europa no era ni un embrión. Italia se convertía en el quinto país que pisaba en mi vida -y eso que de Dinamarca sólo conocía el aeropuerto de Copenhague. Viajaba por un fin de semana largo con mis dos mejores amigos por aquel entonces. Yo trabajaba de recepcionista en turno de noche en un hotel de tres estrellas de Valencia y dedicaba todo mi dinero, que era bastante para la época, al ocio.

Y ocio fue exactamente lo que me dio el Parque Sempione en una noche de sábado de finales de mayo en 2005. Tenía buenas indicaciones para salir de fiesta por parte de amigos locales o que visitaban la ciudad con asiduidad, ambas en este parque cuyo verde desdeñé: el Bar Bianco y el Just Cavalli Café. Ambos lugares siguen funcionando 10 años después, aunque por lo visto en Trip Advisor, dando una de cal y otra de arena.

El primer lugar, el Bar Bianco, pretende ser una terraza playera veraniega en una ciudad a cientos de kilómetros del mar. La decoración de su terraza, en la que destacan las sombrillas e incluso la forma de chiringuito playero del local ayudan a esto. Pero no olvides que estás en Milán. Aquí vestir casual es muy parecido a lo que tú llevarías a una boda o comunión.

En el Bar Bianco hice algo que no he vuelto a hacer en mi vida, que yo recuerde. Pregunté por el encargado a uno de los camareros para consultarle si podría pagar de golpe varias rondas de copas, pues no tenía efectivo y el uso de la tarjeta para cargos pequeños no era muy habitual. De hecho el datáfono estaba en la trastienda. Creo que fueron más de 100€ de golpe, que luego fuimos bebiendo en forma de cócteles. Su aperitivo siempre ha sido famoso.

El Just Cavalli Café -que ahora parece llamarse sencillamente Cavalli Club- era la gran novedad en el Parque Sempione de 2005, junto a la base de la famosa Torre Blanca del parque. El club del famoso estilista Roberto Cavalli. Un lugar al que entonces, o al menos aquel día, sólo se podía acceder si formabas parte de una selecta lista de invitados que los guardas de seguridad tenían en la entrada.

Yo entonces hablaba ya fluido italiano, pero tras un primer día en Bérgamo en el que mis compañeros de viaje no se habían divertido mucho al no enterarse de las conversaciones que estaba teniendo con mis amigos de allí, había prometido que, salvo situación extrema, no hablaría italiano durante nuestra estancia en Milán.

Así, hablando español entre los tres en la entrada del Just Cavalli Café, se nos acercó un hombre de traje y en Just Cavalli Café nos comentó que había estado de viaje por España, que le encantaba nuestro país y su vida allí. Nosotros le respondíamos en español, y pronto establecimos una relación más o menos amigable.

Parque Sempione de Milán

Entonces me decidí a lanzar mi órdago, a pesar de que tenía bien clara la respuesta. Haciéndome más el sueco que el español dije a este hombre, que nos había comentado que trabajaba en el Café y que era el lugar más de moda de la ciudad, que nos había convencido, que entraríamos al Just Cavalli Café, y que si había alguna cola o sencillamente teníamos que seguir la alfombra roja para ir a la taquilla.

Su respuesta no dejó lugar a las dudas: la entrada era sólo por invitación, teníamos que estar en la lista. Pero entonces llegó la magia, esa que llega siempre en algún momento de un viaje. Este hombre cuyo nombre no recuerdo ya digo ser el gerente, encargado del Just Cavalli Café, y a grito de «dejadles pasar, son españoles» en dirección a los guardas de seguridad y con una sonrisa de despedida, guió nuestro camino hacia lo más «in» de la noche milanesa. Jamás me sentí tan orgulloso de mi nacionalidad, y posiblemente jamás vuelva a pasar algo igual.

El club en sí, con muchísimas zonas al aire libre, fue justo lo que esperábamos. Mucha gente guapa dejándose ver pero también una música más que decente. Llegado como llegábamos con un buen de cócteles del Bar Bianco en el cuerpo, la velada fue realmente especial.

El Parque Sempione de día, versión 2015

Diez años después todo fue muy distinto, que no peor. Embarcado en esa magnífica experiencia que me llevó durante los últimos días de 2014 y casi todo el primer mes de 2015 a cruzar Europa por tierra: mi #VExEuropa. Llegué a Milán como primera parada italiana tras siete noches en Francia. Cambiaba hoteles y hostales por el cuarto de invitados de un amigo que no veía desde hacía 13 años y la noche de finales de mayo en el Parque Sempione por una mañana de principios de enero.

Mi llegada al parque, diferente también, dejaba de lado los taxis para recorrer a pie el camino desde el Duomo hasta el parque. Primero por la Via dei Mercanti hasta llegar a la Piazza Cordusio; de esta plaza a la Via Dante hasta llegar al Largo Cairoli, con su monumento a Garibaldi en el centro; y de ahí la Via Luca Beltrami hasta pararme frente al Castillo Sforzesco, del que recomiendo su visita guiada.

Parque Sempione de Milán

El castillo, que desde luego parece más una fortaleza, data de segunda mitad del siglo XV y no es parte del parque como tal, aunque como ya estás en una zona peatonal, uno no presta demasiada atención a los límites. No hace falta desviarse si el Parque Sempione es tu destino, como era el mío, basta cruzar arco tras arco desde la entrada del castillo hasta su salida, ya dentro de la zona verde, dejando museos y exposiciones atrás como yo, o visitándolas si tu jornada es más larga de lo que la mía fue.

Parque Sempione de Milán

Quería llegar a ver el parque otra vez, una década más viejo. Mirarlo a la cara y ver si aún nos reconocíamos. Lo cierto es que siento que no lo hicimos. Cuando la línea recta que había trazado a lo largo del castillo me hizo llegar por inercia al mirador hacia la Plaza Sempione, desde el que veía claramente a su Arco de la Paz, lo que contemplé no venía acompañado de recuerdo alguno, era una nueva experiencia parte de una nueva vida que casi había olvidado por completo aquella noche de 2005, aunque tanto el parque como yo éramos la misma entidad que entonces.

Parque Sempione de Milán

Resignado al no encontrarme con un viejo amigo, opté por sentarme en un banco a aceptar la situación, por mucho que la mañana de enero no invitase a ello. Así pude apreciar la diversidad de su flora y el diseño del parque, proveniente de un diseño de Emilio Alemagna de 1893 que trataba de imitar los jardines ingleses que tan bien conozco. Zonas verdes, caminos serpeantes y un estanque.

Parque Sempione de Milán

Mis últimos momentos en el parque se los dediqué a la Arena Napoleónica, un pequeño coliseo diseñado en 1806 por Luigi Canonica. Tocaba marchar y quedaban pendientes lugares como el acuario, el Palazzo d’Arte y la biblioteca municipal, tal vez para una tercera vida en este parque. ¿Qué vida te gustaría a ti vivir aquí o qué vida viviste ya?

Tu viaje a Milán comienza en Vivir Europa

Víctor M. Martínez Valero
Estratega de contenidos y consultor SEO, llevo desde 2010 escribiendo sobre viajes en Vivir Europa, mi proyecto de vida. He vivido en Noruega, Hungría, Reino Unido, Bélgica y, desde 2015, Estonia y trato de ofrecer una visión única y detallada de la riqueza cultural europea. Si quieres saber más sobre mí, puedes leerlo en "Acerca de".