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Visitar el inexpugnable castillo Palanok de Mukachevo

febrero 15, 2012 2607 views

Este artículo pertenece a la guía de Mukachevo de Vivir Europa.

Nuestra visita a la ciudad ucraniana de Mukachevo tuvo un protagonista indiscutible en el castillo Palanok, el elemento más representativo de la ciudad tanto a nivel histórico como hoy en día en el aspecto turístico. Un recinto amurallado sobre una colina al oeste de la ciudad que, dicen, jamás fue conquistado.

El castillo Palanok de Mukachevo

Construido en el siglo XIV, posiblemente sobre el emplazamiento de una fortaleza de madera que habría existido entre los siglos IX y XI, solo mediante transporte privado se puede llegar hasta la entrada del castillo. El autobús público te dejará al pie de la colina y tu propia destreza caminando sobre el hielo te hará llegar a él si es que lo visitas en invierno.

Seguramente en su época de máximo explendor, ya fuera con la familia Koriatovych húngara, el príncipe serbio Brankovi? o el gobernador de Hungría János Hunyadi, las visitas inesperadas como la nuestra no eran bien recibidas, pero todo eso ha quedado atrás y una horda de ucranianos nos recibieron muy agitados, tratando de vendernos todo tipo de bebidas y aperitivos antes de entrar al castillo. Vinos caseros, refrescos, bolsas de patatas o vino caliente eran los productos estrella, aunque creo que también me hubiesen dado sus gorros o zapatos a cambio de unas cuantas grivnas.

La entrada al castillo cuesta 10 UAH (95 céntimos de euro, ya os decía que Ucrania era barata) y te da acceso a las tres secciones del castillo así como las exposiciones sobre la ciudad, la relación entre Hungría y Mukachevo, y el mobiliario de la época.

Entrada del castillo Palanok de Mukachevo

Tras subir unas pequeñas cuestas que pasan por la zona baja y media del castillo se llega a un patio en la parte alta, en la que residían los propietarios de este castillo que fue también fortaleza y una de las prisiones políticas más importantes.

Estatua de Fedir Koriatovych en el castillo Palanok

En el patio me encontré con un fantástico concierto a tres instrumentos que ambientó la mañana e incitó al deshielo. También con la estatua de Fedir Koriatovych, cuyo dedo índice apunta hacia el suelo y, según la tradición, da suerte a aquél que lo agarra.

Desde cualquiera de las múltiples terrazas del castillo de Palanok se puede disfrutar de una panorámica genial de la ciudad de Mukachevo con los Cárpatos en segundo plano, pero hay una terraza especialmente interesante. En el ala noreste de la zona alta del castillo nos encontramos con una bandera de Ucrania junto a la estatua de un ave que asemeja un águila sin llegar a serlo. Se trata del Turul, ave mitológica símbolo de Hungría que podemos encontrar en monumentos tan importantes como el Monumento del Milenio en la plaza de los héroes de Budapest.

La bandera de Ucrania junto a un Turul

Históricamente, el momento más importante para el castillo de Palanok llegó con Ferenc Rákóczi II, cuyo levantamiento contra los Habsburgo a comienzos del siglo XVIII tuvo como centro de operaciones a esta fortificación. Una estatua de Rákóczi de niño junto a su madre Ilona Zrínyi en la terraza interior de la parte alta del castillo conmemora este hecho.

Ferenc Rákóczi II y su madre Ilona Zrínyi

Es cierto también que muy a mi pesar en lugares tan poco populares para el turismo de masas como pueda ser el castillo de Palanok se hace bastante complicado conseguir encontrar exposiciones que se encuentre en un idioma que conozca lo suficiente como para entender el porqué de lo expuesto. Así, aunque en esta ocasión además del ucraniano local también podíamos leer en húngaro casi todos los contenidos, lo cierto es que las variadas exposiciones que se repartían por las salas del castillo me dejaron bastante frío en general.

Seguramente un amigo o guía que te pueda traducir le daría mucha vida a tu visita al castillo, pero en mi caso, si bien no iba solo, mis compañeros estaban más por la labor de festear que por la de dedicarse a interpretar textos. Cosa bastante lógica también. Queda, por tanto, presente un estirón de orejas de mi parte a todos aquellos museos que no dedican una pequeña inversión de tiempo y dinero para la traducción al inglés de sus explicaciones. Al fin y al cabo la lengua de Shakespeare es el verdadero esperanto nos guste o no.

Visitar Mukachevo sin ver el castillo de Palanok es sencillamente como viajar a Roma y no ver el Coliseo. Un pedazo importantísimo de la historia de dos naciones distintas se encuentra sobre una gélida colina de la región de Transcarpatia. ¡No te la pierdas!

Tu viaje a Mukachevo comienza en Vivir Europa