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Begijnhof de Brujas, el turismo del silencio

febrero 10, 2014 3875 views

Este artículo pertenece a la guía de Brujas de Vivir Europa.

Ya te he comentado antes que Brujas es posiblemente la ciudad más turística de toda Bélgica, y como tal en los fines de semana, las vacaciones de verano y las Navidades la gente que se traslada a esta pequeña ciudad termina con algo de su magia, sin afectar, eso sí, a su perenne belleza. Hay un lugar, no obstante, en el que el tipo de turismo es muy distinto al del centro de Brujas, donde el bullicio desaparece y donde se podría decir, con toda certeza, que el silencio es el rey: el Prinselijk Begijnhof Ten Wijngaerde de Brujas.

Brujas en Bélgica

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Begijhof es el nombre neerlandés de los beguinajes o beateríos -aún no tengo claro cuál es la palabra más correcta para designar a estos lugares-. Y ya te comenté, al hablarte del Groot Begijnhof de Lovaina, que en ellos habitaban mujeres que se dedicaban a la vida religiosa sin hacer los votos de pobreza necesarios para ser monja y sin recluirse en un convento.

Brujas en Bélgica

El de Brujas, llamado el Prinselijk Begijnhof Ten Wijngaerde, fue fundado en 1245 por Margaretha II van Vlaanderen (Margarita de Constantinopla) y está compuesto por dos calles de casas en un blanco impoluto que desembocan en un espacio abierto arbolado rodeado por otro buen puñado de casas prácticamente idénticas y una iglesia que data del siglo XVII.

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Un lugar que podría pasar desapercibido entre tanta belleza como Brujas contiene si no fuese por esa regla del silencio demandada al poco de cruzar cualquiera de las dos puertas de entrada al beguinaje. Esa calma forzada, respetando a las actuales habitantes del lugar, hermanas de una congregación benedictina que llevan casi 100 años allí, le da un aire completamente opuesto al del resto de la urbe.

Brujas en Bélgica

En el Prinselijk Begijnhof Ten Wijngaerde te vuelves cauto, sigiloso, como el resto de los visitantes, que siguen siendo muchos claro está. Apenas pasos, algún que otro murmuro y el sonido de los objetivos de las cámaras se funden con el ruido de las aves que habitan los canales cercanos.

Brujas en Bélgica

Observas más detenidamente todos los detalles del lugar, en lugar de devorarlos salvajemente, uno tras otro, como si ver más cosas fuese sinónimo de disfrutar más -cosa que tú y yo sabemos que no es verdad-. Y esta tranquilidad se vuelve casi aislamiento. No estás solo, pero te sientes solo, te sientes especial.

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Quizás esa sensación es la que hizo que durante mi largo paseo por tan corto trayecto, fuese incapaz de toparme con ninguna de las habitantes del lugar. Quizás pasaron ante mí mientras un estado de éxtasis me impedía apreciar lo que mis ojos percibían. O sencillamente quizás se esconden de las muchedumbres y esperan a las 18:30, hora en la que inevitablemente se cierra, sin excepción alguna, este lugar al público.

Brujas en Bélgica

Si quieres profundizar aún más en la vida de las beguinas, mujeres que tristemente son ya historia tras haber fallecido la última de ellas esta misma década, una visita a una de las casas, reconvertida en museo, será la mejor forma de clausurar este homenaje al turismo silencioso. La Begijnenhuisje cuesta 2€ por adulto.

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Víctor M. Martínez Valero
Estratega de contenidos y consultor SEO, llevo desde 2010 escribiendo sobre viajes en Vivir Europa, mi proyecto de vida. He vivido en Noruega, Hungría, Reino Unido, Bélgica y, desde 2015, Estonia y trato de ofrecer una visión única y detallada de la riqueza cultural europea. Si quieres saber más sobre mí, puedes leerlo en "Acerca de".