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Viajar a Oxford, donde ciudad y universidad son uno

Publicado: septiembre 10, 2012 · Actualizado: febrero 15, 2024 5079 views
Sheldonian Theatre y Clarendon Building de la Universidad de Oxford.Sheldonian Theatre y Clarendon Building de la Universidad de Oxford.

Oxford podría ser fácilmente la segunda ciudad más conocida del Reino Unido si el fútbol y los Beatles nunca hubiesen existido, y eso ya quiere decir mucho. Ningún grupo musical histórico está asociado a la capital de Oxfordshire y el mejor equipo de fútbol de la ciudad, el Oxford United juega en la cuarta división inglesa, no obstante el nombre de Oxford es famoso en el mundo entero y me atrevería a decir que hay muchísima gente que ni siquiera sabe dónde está pero que alguna vez ha hablado de ella.

Y lo más increíble de todo es que la fama de Oxford viene por la cultura, una cultura que ha rezumado de entre las paredes de sus edificios elegantemente conservados desde hace casi tantos siglos como los que hace que Inglaterra es Inglaterra.

Esta cultura, que crea una genial dicotomía entre el silencio propiciado por el estudio del Oxford de muros para dentro y la vida de sus calles, se encuentra además enfrascada en un tarro, quizás de formol, que ha conservado el centro de la ciudad en el mismo estado mientras el resto del continente evolucionaba.

Amplio campo verde frente a Christ Church College en Oxford.
Amplio campo verde frente a Christ Church College en Oxford.

Porque al contrario que las ciudades con más historia y relevancia arquitectónica que recuerdo -ejemplo claro sería Roma-, Oxford no es que tenga edificios góticos, es que Oxford es gótica en su totalidad, o en buena parte de la totalidad de un centro de la ciudad que contiene todo elemento mencionable de la misma.

Radcliffe Camera, icónica biblioteca de la Universidad de Oxford, con bicicletas en primer plano.
Radcliffe Camera, icónica biblioteca de la Universidad de Oxford, con bicicletas en primer plano.

Ya han pasado más o menos 150 años desde que Matthew Arnold acuñase el que se convertiría en lema de Oxford, la ciudad de las agujas de ensueño; y ya entonces hacía siglos que los pináculos de las torres de la ciudad hacía soñar a estudiantes y ciudadanos. Puede que esta descripción de Oxford esté revenida, pero sin duda sigue siendo igual de cierta.

Todos los elementos de la arquitectura gótica pueden encontrarse en las peatonales calles del centro, calles teñidas del color miel de la piedra y acompañadas en los meses más cálidos por los verdes de los parques y los vivos colores de las flores que adornan toda la ciudad.

Farola con flores en Broad Street, Oxford.
Farola con flores en Broad Street, Oxford.

Ciudad o universidad, palabras que en Oxford son sinónimos y el conflicto principal entre los habitantes y los estudiantes, antónimos en cambio, desde que el siglo XIII viese dar a luz a los primeros colegios de la ciudad gracias, sin duda, a la prohibición de estudiar en París.

En una enrevesada federación que se da a llamar universidad colegiada, 39 colegios, que nada tienen que ver con los colegios mayores españoles, se unen en una sola institución que da nombre y lustre a becas, libros y currículos de todo el mundo. La universidad más antigua del mundo sajón se suele decir, y yo añado cuarta del mundo mundial.

Jardín florido con edificios de Christ Church College de Oxford al fondo.
Jardín florido con edificios de Christ Church College de Oxford al fondo.

De paso, la universidad se encarga de conservar en perfectas condiciones todos los edificios que le pertenecen, que son, en esencia, todos; y de dar vida cultural y nocturna a una ciudad de apenas 150 mil habitantes. Todo esto ofreciendo además de lecciones, alojamiento y dietas en sus recintos.

Por la universidad de Oxford han pasado tantos personajes históricos que da la sensación de que algún poder oculto, quizás los masones, puede que algo aún más insospechado, se encargue de poner en puestos de relevancia a los estudiantes de su campus: reyes, premios Nobel, primeros ministros británicos y escritores de la talla de Oscar Wilde, Lewis Carroll y J.R.R. Tolkien, por decir algunos.

Calle High Street en Oxford.
Calle High Street en Oxford.

Con unos antecedentes así, es una pena que lo primero que uno llegue a percibir de Oxford al visitarla es la exagerada aglomeración de gente que hay en todas sus calles. Eso, y el hecho de su oficina de turismo disfrute de cobrar por absolutamente toda la información relevante que ofrece. Panfletos de propaganda gratuitos tienes tantos como quieras, eso sí.

Pero no te preocupes, escapa como puedas y tendrás ante ti una ciudad de esas que gustan solo ya por lo distintas que son del resto que has visto. Una ciudad en la que las bibliotecas son tan bellas como los museos (y eso que el museo más antiguo del país, el Ashmolean se encuentra en Oxford) y en la que desde la Carfax Tower podrás vislumbrar todas esas bellas agujas que confirman en sí mismas que una visita a Oxford es imprescindible para entender el pasado y presente del Reino Unido.

Víctor M. Martínez Valero
Estratega de contenidos y consultor SEO, llevo desde 2010 escribiendo sobre viajes en Vivir Europa, mi proyecto de vida. He vivido en Noruega, Hungría, Reino Unido, Bélgica y, desde 2015, Estonia y trato de ofrecer una visión única y detallada de la riqueza cultural europea. Si quieres saber más sobre mí, puedes leerlo en "Acerca de".

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